miércoles, 26 de mayo de 2010

Siguen las locuras de don Quijote en Sierra Morena y Sancho lleva una carta a Dulcinea

Capítulo XXVI.- Donde se prosiguen las finezas que de enamorado hizo don Quijote en Sierra Morena.


Hoy les platico cómo don Quijote imitaba a los caballeros andantes que se internaban en las sierras para hacer penitencia en honor de sus amadas. Van también las graciosas charlas de Sancho


Don Quijote quedó en la Sierra Morena haciendo penitencias de enamorado. Rasgó una tira de sus camisa y con ésta hizo once nudos, uno más grande que los demás, y eso le sirvió de rosario el tiempo que allí estuvo, donde rezó un millón de avemarías.
Dejamos a don Quijote en su penitencia, para contar lo que le avino a Sancho Panza en su mandado de llevar una carta a Dulcinea. Llegó a la misma venta donde había ocurrido la desgracia de la manta –sintió otra vez como andaba por los aires-- y por ello prefirió quedarse afuera aunque estuviera muriendo de hambre.
El cura y el barbero, amigos de don Quijote, salieron de la venta y descubrieron a Sancho. Él les contó de corrido y sin parar las locuras que se quedó haciendo su amo y cómo llevaba una carta a Dulcinea del Toboso, que era la hija de Lorenzo Corchuelo, de quien estaba enamorado hasta los hígados.
Los hombres el pidieron que mostrara la carta, Sancho se llevó la mano al pecho para descubrir que había olvidado el libro de memorias de Cardenio, donde don Quijote había escrito a su amada. Sin embargo presumió que la sabía casi de memoria y empezó:
--“Alta y sobajada señora…”
--No dirá –-dijo el barbero—sobajada, sino sobrehumana o soberana señora.
--Así es –dijo Sancho--; luego si mal no me acuerdo “el herido, el falto de sueño, besa a vuestra merced las manos, ingrata y muy desconocida hermosa” y no sé qué decía de salud y enfermedad que le enviaba, y por aquí iba escurriendo hasta que acababa en “Vuestro hasta la muerte, el Caballero de la Triste Figura”.
Los dos hombres idearon un plan para ir con don Quijote y hacerlo volver a su aldea. Acordaron que el barbero se vestiría de doncella afligida y menesterosa, y le pediría un don, el cual no podría dejarle de otorgar, como caballero andante. Y que el don que le pensaba pedir era que se viniese con ella a donde ella le llevase, a deshacerle un agravio que un mal caballero le tenía hecho, y que le suplicaba que no le mandase quitar su antifaz, y que de esta manera le sacarían de la sierra y lo llevarían a su lugar, donde procurarían ver si tenía algún remedio su extraña locura.

0 comentarios:

Publicar un comentario