domingo, 2 de mayo de 2010

Capítulo XII.- De lo que contó un cabrero a los que estaban con Don Quijote

Mientras Antonio cantaba a don Quijote y a los cabreros, llegó otro mozo, y dijo:
--¿Sabéis lo que pasa en el lugar compañeros? Pues sabed que murió esta mañana aquél famoso pastor estudiante llamado Grisóstomo, y se murmura que ha muerto de amores de aquella endiablada moza de Marcela, hija de Guillermo el rico, aquella que se anda en hábito de pastora.
--¿Por Marcela dirás? –dijo uno.
¡Por esa digo! –respondió el cabrero--; y en su testamento mandó que le enterrasen en el campo, al pie de la peña donde está la fuente done él la vio la vez primera. Es cosa muy de ver.
Un pastor llamado Pedro se ofreció a cuidar las cabras de todos. Don Quijote rogó a Pedro le dijese qué muerto era aquél y qué pastora aquélla; a lo cual el cabrero respondió que el muerto era un hidalgo rico, vecino de aquellas sierras, el cual había sido estudiante muchos años en Salamanca, al cabo de los cuales había vuelto a su lugar con opinión de muy sabio y muy leído.
No pasaron muchos meses después que vino de Salamanca, cuando un día amaneció vestido de pastor con su cayado (bastón) y pellico (vestido) y se había quitado los hábitos que como escolar traía, y junto con él se vistió de pastor su gran amigo Ambrosio, que había sido su compañero de estudios.
Después se supo que Crisóstomo había mudado su traje por andar en pos de aquella pastora Marcela, de la cual se había enamorado.
El cabrero siguió contando que el padre de Marcela se llamaba Guillermo y su madre murió en el parto, cuando ella nació.
Mardela fue dejada al cuidado de un tío suyo, que era sacerdote. Creció la niña con tanta belleza, cuando llegó a la edad de 14 años a 15 años, nadie la miraba que no bendecía a Dios, que tan hermosa la había creado, y los más quedaban enamorados y perdidos por ella. Muchos la pedían, rogándole que e casase, pero ella jamás respondió otra cosa sino que no quería casarse, y que por ser tan muchacha no se sentía hábil para llevar la carga del matrimonio.
Un día la melindrosa Marcela se vistió de pastora y decidió irse al campo con las demás zagalas del lugar, y dio en guardar su propio ganado. Y así como ella salió en público, y su hermosura se vio al descubierto, no os sabré decir cuántos ricos mancebos, hidalgos y labradores han tomado el traje de pastor, uno de ellos nuestro difunto Crisóstomo.
Y todos los que conocemos a Marcela, estamos esperando en que ha de parar su altivez, y quién ha de ser el dichoso que ha de venir a dominar su condición tan terrible y gozar de hermosura tan extrema.
Por todo lo que he contado, doy a entender que esta es la causa de la muerte de Crisóstomo y os aconsejo de hallaros mañana en su entierro, que será muy de ver.

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